20 de mayo de 2017

"Bimbos" en el Atlas

Cuando hace unos meses se fraguó un trekking por el Atlas con el objetivo de coronar el Toubkal y algún otros "4000" de la zona, pensé que iba a ser una gran oportunidad para conocer las aves de esta parte de Marruecos que jamás había visitado.

Aunque el objetivo principal era alcanzar esa cima que había pasado de ser un sueño a un reto (porque se me había "escapado" ya en dos ocasiones anteriores por motivos que no vienen al caso), el hecho de que la ruta elegida incluyera un trekking por los valles de la zona (Azzaouane e Imil) daba mucho juego para un "pajarero".

Estudiando la ruta, gracias a la tecnología y a la bibliografía y "datos sobre el terreno" que me facilitó mi amigo Rafa Muñoz, comprobé que además de la propia ciudad de Marrakech donde nos alojaríamos 2 días, iba a tener la oportunidad de recorrer valles cultivados, zonas arboladas, pastizales de montaña, collados a 3600 m., ...


Una vez allí pude comprobar que, como Rafa me había contado, en la ciudad eran más abundantes los Escribanos saharianos que los Gorriones comunes. De hecho fue el primer pájaro que ví en Marruecos nada más bajar del aeropuerto y mi primer "bimbo".





En la misma ciudad, paseando por el zoco en medio de la Medina, en una impresionante artesonado de madera de la puerta de una mezquita, una colonia de Vencejo moro me tuvo entretenido mientras mis compañeros regateaban en los bazares en nuestra primera tarde. Segundo "bimbo urbano".






A la mañana siguiente un Bulbúl naranjero en la terraza del Riad fue mi despertador. Tercer bimbo y vaya manera de comenzar el día, 



Además en la ciudad pude observar Cigüeña blanca, Águila calzada, Milano negro, Gorrión común, Estornino negro, Golondrina común, Vencejo común, Tórtola turca, Paloma torcaz y Garcilla bueyera y lo que yo creo que era Cernícalo primilla.








Ese mismo día, segundo del viaje en la localidad de Asni, donde hicimos nuestra parada de avituallamiento ya en ruta hacia el Atlas, apareció la cuarta especie nueva.:, la subespecie africana del Herrerillo canario (Cyanistes teneriffae utramarinus).  Se distingue de nuestro Herrerillo común básicamente por el color azul cobalto, casi parece negro, de las plumas de la cabeza y el pecho y por su canto que a mi me pareció más grave y "rudo" que el de los Herrerillos que acostumbro a oír en la península.





Ya metidos a caminar descubrí con sorpresa que los valles cultivados incluían preciosos rincones llenos de vida y orlas de frutales y los nogales paralelos a los ríos que formaban casi "bosques galería" a lo largo de los valles. 

Ruiseñores, Herrerillos, Carboneros, Chochines, Mirlos, Golondrinas daúricas y comunes, Aviones comunes y roqueros, Bulbules, Escribanos, Curruca cabecinegra, Chovas piquirrojas y piquigualdas, Cernícalo vulgar, ... fueron acompañando el ascenso hacia la montaña donde aparecían zonas de bosques abierto de centenarias (y muy castigadas sabinas) entre las que predominaban las "albares" aunque también en algunos puntos aparecían sabinas negras y enebros "oxycedrus".

Me resultaba muy curioso estar viendo a la vez especies como la Golondrina dáurica y la Chova piquigualda.








Adentrados ya en el sabinar Reyezuelos sencillos, Agateadores comunes, Totovías, Zorzales charlos, alguna Collalba negra en las zonas más degradadas, ... y los omnipresentes Pinzones. En este caso se trata de la subespecie africana (¡nuevo bimbo!) del Pinzón vulgar (Fringilla coelebes africana) que presenta una coloración bastante diferente del que podemos observar en europa con un manto verdoso y un antifaz negro como rasgos que a mi más me llamaron la atención.




Pero la especie que más me impacto de este hábitat y que estuve buscando ahínco hasta que pude dar con ella fue el Colirrojo diademado. ¡Qué preciosidad de pájaro!
Con un comportamiento que me recordaba más a las Tarabillas que a los Colirrojos pude disfrutar de ver tanto a machos como a hembras e incluso alguna "trifulca territorial". Fue el sexto de los "lifers" y una de las imágenes pajareras de esta ruta.





Otro de los "nuevos" durante los recorridos por los valles fue el Busardo moro, la única rapaz de envergadura que observe en la zona. Aparte de las ya reseñadas en Marrakech y los Cernícalos, solo una hembra de Gavilán común.
Para mi desgracia me pillo con las condiciones de luz muy malas para mi cámara y aunque tomé algunas fotos no puedo mostrar siquiera una testimonial de la pareja que observé.



Y conforme ganabas altura fueron desapareciendo las sabinas y adueñándose del paisaje las rocas. Los pastizales de montaña no eran tales porque la hierba apenas crece allí donde el agua de manantiales y arroyos alcanza. Me sorprendió seguir escuchando los Chochines y me pareció divisar fugazmente un Mirlo acuático pero no puedo asegurarlo y no volví a tener contacto con ningún otro, aunque busque cada vez que tuve oportunidad.

 
Pero las zonas de rocas, canchales y cortados de roca basáltica eran impresionantes.
En estas zonas alrededor de los 3000 m. solo las Chovas piquigualdas son relativamente abundantes y se entremezclan con algunas piquirrojas.
Junto a ellas los Aviones roqueros, los Colirrojos tizones  ... y los primeros Acentores alpinos.








En las inmediaciones del Refugio de Lepiney me observe un córvido de mayor tamaño que las Chovas que me pareció un Cuervo y ya en Refugio del Toubkal también algunas palomas bravías (no sé si domésticas) que me sorprendieron a esa altura.
Y fue allí donde pude observar, en las praderas que se formaban junto al río, otra de las "joyas" de este viaje: la Collalba de Sheebohm (Oenanthe seebohmi).





En esas praderas junto al río también se dejaron ver algunas Lavanderas blancas y cascadeñas.

Y a partir de los 3200 m. la nieve se adueñaba del paisaje resistiéndose a desaparecer aunque condenada a hacerlo en apenas unas semanas.





Con ese panorama solo Colirrojos tizones, Chovas piquirrojas y Acentores alpinos pude ver en la ascensión tanto del Toubkal (4167 m.) como del Timisguida (4020 m.) aunque fue impactante ver justo en la cumbre el paso de 3 Milanos negros en migración activa justo después de coronar la cima del primero.


El regreso por el Valle del Imil no sumo nuevas especies hasta llegar a la localidad de Armed donde pude escuchar claramente (y lo volvería a hacer a la mañana siguiente) el reclamo de un pícido que no podía ser otro que el Pito real bereber (Picus vaillantii).
Para mi desgracia, el grupo no podía esperar a que intentase localizarlo e intentar fotografiarlo y me quedé con las ganas de traerme una imagen de este ave.




Otra que no apareció y que me deja con las ganas de volver fue la Alondra cornuda, ni especies que yo consideraba que podrían ser más comunes como el Gorrión moruno, el Roquero solitario o el Roquero rojo y que no localicé.

Con todo y no siendo un viaje de "birding", regresé feliz con la magnífica experiencia en una región que recomiendo por sus paisajes, sus gentes ... y sus aves.


Gracias a mis compañeros de "expedición" Paco, Jesús, Kike, Manu, Juan (que dice que soy "otorrino" más que ornitólogo por el oído que tengo para localizar las aves) y Pau por su paciencia conmigo.

Gracias a Omar, nuestro guía, por su preocupación por ayudarme a encontrar las aves ( "Virgilio, pájaro, pájaro!!) y por sus ganas de aprender.