1 de agosto de 2011

Culebra de herradura

Regresando de pasar un "día de campo", que no de campeo, en los "Charcos de Quesa", en la que apenas puedo comentar el avistamiento de un Agulilla calzada (Hieraaetus pennatus) sobrevolando los extensos pinares de esa zona del macizo del Caroig y un ejemplar de Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea)  en el cauce del río donde nos bañamos (río Cazuma), nos detuvimos a tomar un café en la localidad de Navarrés.
 Mientras estirábamos las piernas paseando por sus calles, nos sorprendió una pareja de Cotorra argentina (Myiopsitta_monachus)  posadas en una palmera. Observándolas durante unos 20 min. pudimos comprobar que acarreaban ramitas e incluso uno de los ejemplares las  colocaba en una incipiente estructura en la base de las hojas de la palmera. Un indicio de nidificación que comuniqué oportunamente en el foro de la SVO.


Pero afanados en intentar hacer una foto "decente" de las mismas, otra protagonista apareció en escena y robó toda la atención a las cotorras. 
Alertado por los gritos de una familia que paseaba por allí en ese momento pude ver una serpiente, de al menos un metro de longitud, cruzando la calle en ese momento a apenas 20 m. de mí.
Me apresuré a acercarme a ella antes de que se perdiese en los jardines que había al otro lado de la calle o de que algún transeunte decidiese que no era bienvenida en las calles de la localidad. 
Al acercarme y cortarle el paso, se enroscó y pude identificarla rápidamente. Era un bonito ejemplar adulto de culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis).


 

La capturé rápidamente sin causarle daño, e intentando evitar que me mordiera, ante el estupor de la familia que la había detectado y que observaba como lanzaba mordiscos contra mis botas. 
Una vez en mis manos, varios vecinos que paseaban por allí se acercaron a observarla. Algunos con viva curiosidad, sobre todo los niños, pero los más con un cierto respeto que ocultaba los verdaderos sentimiento (o sensaciones) que infunden estos animales a muchas personas;  incluida MªCarmen que tuvo que  actuar como reportera del "evento" venciendo sus propios miedos ... que no eran pocos!!
Pero el ejemplar se comportó de manera muy dócil. Una vez capturado no ofreció apenas resistencia intuyendo, quizá, que mis manos no iban a causarle daño, tan solo una inmovilización temporal de su cabeza para impedirle morder.


 

Gracias a ello pude explicar a quien le interesó, que estos reptiles no son venenosos ni peligrosos sino que, muy al contrario, son unos excelentes aliados contra los roedores. De paso explique también como diferenciar las culebras de otros ofidios como las víboras, que si entrañan peligro.


Tras las lecciones prácticas, llego el momento de alejarse del pueblo y liberar a la involuntaria "asistente". La liberación fue rápida -aunque MªCarmen se olvidó de la cámara y del reportaje, más preocupada de comprobar hacia donde iba a dirigirse el "bicho"-  y nuestra amiga se perdió sigilosamente entre las altar hierbas de un campo en barbecho. 



Suerte para ella!!




2 comentarios:

  1. Después de leer la entrada aún me dan escalofríos de recordar aquella culebra enredada en mi brazo. EGS! Pero, tengo que reconocer que lo que más me sorprendió fué su tacto suave y delicado. Un momento de la tarde divertido. Ahora el momento de estar viendo como las cotorras argentinas construían su nido fue muy agradable y relajante.Ahora ya he visto algun ejemplar de cotorra en las tiendas de animales, y me dan basstante pena. Los animales siempre son más bellos en libertad.

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  2. Desde luego que los animales mejor en libertad! Pero estas cotorras no son una especie autóctona y por lo tanto no deberíamos encontrarlas en nuestras ciudades. Al aclimatarse y conseguir incluso reproducirse, pueden alterar el equilibrio en que se encuentran el resto de especies y convertirse en un problema ... incluso para el hombre.

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